¡Oh piadosa Madre de Dios!, ¡Virgen María!, te ruego me seas propicia: cancela todos mis vicios con tus Dolores y con tu Devotísima intercesión |
¡Oh, Piadosas, Santas y
Dolorosísimas Lágrimas de la Bienaventurada, Pura y siempre Virgen María!, que
brotaron de sus ojos, el día Viernes Santo, debido a su íntima “con-pasión” con
Cristo y su amadísima Pasión y Muerte en Cruz; cuando se deslizaron
copiosamente a lo largo de sus mejillas y de su pecho hasta el ruedo del vestido
y empaparon el velo de su Sagrada Cabeza; y, al
caer sobre sus Santos Pies, rociaron el polvoriento suelo.
¡Ah!, si yo hubiese podido seguir
entonces las huellas de los pies de mi Señora y hubiese podido en secreto
recoger en un recipiente sus Cálidas Lágrimas, no para lavar mis pies, que a
menudo he manchado en pos de malos pensamientos y de afectos indecentes, sino
para lavarme las manos y la cabeza, esto es, las palabras y las acciones malas,
para el perdón de todos mis pecados cometidos cada día.
¡Oh piadosa Madre de Dios!,
¡Virgen María!, te ruego me seas propicia: cancela todos mis vicios con tus
Dolores y con tu Devotísima intercesión. ¡Carísima María!, socorre mi alma en
la última hora de mi vida, y acude con la multitud de los Ángeles y de los Santos
a defenderme contra los terrores del enemigo y los sufrimientos del infierno. Acuérdate
de la Sangre Preciosa e Inocente en la Muerte de tu Amado Hijo Jesucristo,
sufrida a causa de mí, pecador; de su Costado herido y de todas las lágrimas
que derramaste en tu entera vida; y ten compasión de mí. A Ti suspiro, en tus
méritos confío, ¡oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María!
Tomado del libro
''Imitación de María"
del Beato Tomás de Kempis