domingo, 21 de febrero de 2016

ORACIÓN COTIDIANA A LA REINA DE LOS ÁNGELES Y TERROR DEL INFIERNO

¡Patrona poderosa!, que vuestros Ángeles protejan vuestras Iglesias y Santuarios en todo el mundo. Que protejan las casas de Dios, los lugares sagrados, las personas y cosas, y especialmente la Santísima Eucaristía

¡Gloriosa Reina del cielo, sublime Señora de los Ángeles!, desde el principio Dios os dio la virtud y la misión de aplastar la cabeza de Satanás. Muy humildemente os suplicamos de enviarnos vuestras legiones celestiales para que bajo vuestro mando y por vuestra virtud, repriman a los espíritus malignos, los combatan en todas partes, confundan su osadía y los arrojen al infierno.

¡Gloriosísima Madre de Dios!, enviad vuestros ejércitos invencibles para que nos ayuden en la lucha contra los emisarios del infierno entre los hombres; frustrad los planes de los ateos y confundid a los impíos; concededles la gracia de la luz y conversión, para que con nosotros alaben a la Santísima Trinidad y honren a Vos, nuestra Madre clemente, piadosa y dulce.

¡Patrona poderosa!, que vuestros Ángeles protejan vuestras Iglesias y Santuarios en todo el mundo. Que protejan las casas de Dios, los lugares sagrados, las personas y cosas, y especialmente la Santísima Eucaristía. Preservadlas de la profanación, del robo, de la destrucción y desacralización. ¡Preservadlas, Señora nuestra!

¡Oh Madre celestial!, sed asimismo el amparo de nuestras cosas, de nuestras moradas y familias contra la maldad y astucia de nuestros enemigos visibles e invisibles. Que vuestros santos Ángeles habiten en ellas y reine devoción, paz y gozo en el Espíritu Santo.

¿Quién como Dios? ¿Quién como Vos, Reina de los Ángeles y Terror del infierno? ¡Oh clemente, OH dulce Madre de Dios, y Madre inmaculada del Rey de los Ángeles, que ven continuamente la cara del Padre que está en los cielos, Vos sois para siempre nuestro amor y amparo, nuestra esperanza y nuestra gloria!

¡San Miguel, santos Arcángeles, defendednos, protegednos! Amen.

Exorcismo privado; Cada uno puede y debería utilizarlo y recitarlo sobre sí mismo y otros –también de lejos– usando la señal de la cruz y agua bendita, particularmente en tiempos de graves tentaciones, de pruebas y tribulaciones, de confusión y ofuscación, en momentos de abatimiento y desesperación, al tratar asuntos importantes o al tomar graves decisiones, frente a personas hostiles y especialmente cerca de la cama de los enfermos o moribundos:

"En el nombre de Jesús, María y José, yo os mando, espíritus malignos, dejarnos y salir de este lugar (dejarlos y salir de aquel lugar): no os atreváis volver a tentarnos y hacernos nuevamente daño (tentarlos y hacerles nuevamente daño). ¡Jesús! ¡María! ¡José! (tres veces). San Miguel, defiéndenos. Santos Ángeles de la Guarda, protegednos contra toda maldad del diablo"

Bendición; 
"La bendición del Padre, el amor del Hijo y la virtud del Espíritu Santo, la protección maternal de la Reina del Cielo, los méritos de San José, la ayuda de los Ángeles y la intercesión de todos los Santos estén con nosotros (vosotros) y nos (os) acompañen siempre y por todas partes. Amen"

Con licencia Eclesiástica




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