PRIMER MISTERIO, DE LA ENCARNACIÓN DEL
HIJO DE DIOS
¡Oh Virgen Santísima y Bienaventurada María Madre de Dios!
Yo te ofrezco humildemente este misterio, al gozo que recibiste cuando del
Ángel San Gabriel fuiste saludada con aquellas dulces palabras: Dios te salve,
llena de gracia, el Señor es contigo; y te anunció cómo el Hijo de Dios venía a
hacerse hombre en tus virginales entrañas para remedio de los hombres; y tú,
Señora, con profunda humildad le respondiste: He aquí la esclava del Señor,
hágase en mí según tu palabra.
Petición.- Suplícote me alcances de tu Hijo muy amado
perfecta humildad, con que en todas las cosas me disponga a hacer su santísima
voluntad
SEGUNDO MISTERIO, DE LA VISITACIÓN DE NUESTRA SEÑORA A
SANTA ISABEL
¡Oh Virgen Santísima y Bienaventurada, Abogada nuestra! Yo
te ofrezco humildemente este misterio, al gozo que tu ánima sintió, cuando con
encendida caridad fuiste apresuradamente a visitar a tu parienta Santa Isabel,
y estuviste en su compañía casi tres meses; con cuya visitación el niño, San
Juan, fue en el vientre de su madre santificado; y Tú, Señora, fuiste por Madre
de Dios conocida de ella y alabada.
Petición.- Suplícote me alcances de tu precioso Hijo
ferviente caridad para con el prójimo, y que mi alma merezca recibir de Dios la
santificación y conocimiento de los divinos misterios.
TERCER MISTERIO, DEL NACIMIENTO DEL HIJO DE DIOS
¡Oh Virgen Santísima y Bienaventurada, Reina de los Ángeles!
Yo te ofrezco humildemente este misterio, al gozo que tu ánima sintió cuando de
tus virginales entrañas nació el Hijo de Dios para remedio del hombre. Y con
gozo y reverencia admirable, en pobres pañales envuelto, y en el pesebre,
reclinado sobre el heno, entre los animales, le adoraste como a verdadero Dios;
en cuyo nacimiento cantó la milicia angélica: Gloria a Dios en las alturas, y
en la tierra paz a los hombres de buena voluntad.
Petición.- Suplícote me alcances de este tu precioso Hijo
amor de la verdadera pobreza, con que desasido de las cosas del mundo pueda
perfectamente servir a Dios.
CUARTO MISTERIO, DE LA PRESENTACIÓN EN
EL TEMPLO
¡Oh Virgen Santísima y Bienaventurada, Jardín de virtudes!
Yo te ofrezco humildemente este misterio, al gozo que sentiste cuando después
de haber sido tu Hijo de los Ángeles glorificado, y de los pastores visitado, y
de los tres Reyes adorado, cumplidos cuarenta días, lo llevaste a presentar al
Templo, donde por el Santo Simeón fue conocido, y del la Santa viuda Ana ante
todos confesado.
Petición.- Suplícote presentes a mí, siervo tuyo, ante el
acatamiento de la Divina Majestad,
para que dignamente en su Santo Templo y en todo lugar pueda anunciar y
confesar la gloria y alabanzas del Señor.
QUINTO MISTERIO, CUANDO FUE HALLADO EN EL TEMPLO ENTRE LOS
DOCTORES
¡Oh Virgen Santísima y Bienaventurada, Amparo de los
tristes! Yo te ofrezco humildemente este misterio, al gozo que recibiste cuando
después de la aflicción de tu alma, por haber perdido al niño Jesús, lumbre de
tus ojos, le hallaste en el Templo, después de tres días, en medio de los
Doctores, oyéndoles y preguntándoles con admirable sabiduría; y se volvió en tu
compañía a la ciudad de Nazaret; y fue sujeto a Ti y a San José, estopo tuyo.
Petición.- Suplícote me alcances entero consuelo en las
tribulaciones, conformidad con la voluntad de Dios, para que con perfecta
humildad y obediencia sirva a la
Divina Majestad.
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