sábado, 30 de abril de 2022

ORACIONES A NUESTRA MADRE

 

Santísima Virgen María:

Haced que al poner el Señor en mi boca las palabras de David, lleguen al cielo limpias y transparentes, y no manchadas por mis impuros labios, indignos de pronunciarlas.

Haced, Señora, que sea atendida mi oración... Yo os la ofrezco para que Vos se la presentéis al Señor... Purificad mi intención... perdonad las faltas..., y así, al pasar por vuestras purísimas manos, haréis el milagro de transformar mis débiles alabanzas en canto purísimo que recree a Jesús y se digne a escucharme.

Todo lo espero de Vos..., pues, ¿quién soy yo para atreverme a tanto? Pero si tú intercedes..., entonces me atrevo a todo.

¿Y cómo no me vas a oír, si ya sabes que tu pobre trapense tanto te quiere?

¡Oh dulce! ¡oh Virgen María! Ruega por mí y por todos los pecadores como yo. No te olvides, Madre mía, que aunque el más pequeño, soy tu hijo.

 

San Rafael Arnáiz Barón




Oración de consagración y despedida a María de Montserrat

Gracias infinitas os doy, Madre mía queridísima, por haberme traído a este monte santo. Trono de vuestras gracias y de vuestra gloria y Paraíso de vuestras delicias, para hablarme al corazón en estos tres días de felicidad, y serenar mi ánimo y devolverme la paz perdida. Gracias infinitas os doy por haberme facilitado el subir a esta Montaña santa, símbolo de vuestra grandeza, reflejo de vuestra hermosura y emblema de vuestra fecunda virginidad. Vos, oh María, siempre, pero más en estos tres días, habéis sido para mi alma vida, dulzura y esperanza, luz, consuelo, salud y paz. Una vez más, Madre mía de mi alma, habéis probado en mí que jamás se ha oído decir que ni uno sólo de los que han acudido a vuestra protección e implorado vuestro socorro haya sido desatendido en sus justos clamores. Os doy gracias muy rendidas por tanta bondad y misericordia, y en compensación de ellas, yo os consagro mi alma con todas sus potencias, mi cuerpo con todos sus sentidos: todo cuanto tengo y valgo os lo ofrezco; guardadme, pues, oh María, como cosa y posesión vuestra, y no piense sino en Vos, ni hable sino de Vos, ni pretenda sino hallaros a Vos con Jesús, fruto bendito de vuestro vientre, ahora y en la hora de mi muerte. Amén. 

Vengo a daros el último adiós, oh María, Madre mía de mi alma, Madre mía de mi corazón.

 San Enrique de Ossó





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