sábado, 7 de agosto de 2021

PRIMER SÁBADO DE AGOSTO, MES DEL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA

¡Oh Inmaculado Corazón de María!, en Vos confiamos; no nos dejéis en este valle de lágrimas hasta vernos seguros junto a Vos en el Cielo. Así sea.


“Que al Corazón de la Santísima Virgen se le llama con propiedad Corazón admirable, por ser un abismo de maravillas. Que nadie, a excepción de su Hijo Jesús, las conoce perfectamente, ni puede hablar dignamente de ellas”


Jesús, Hijo único de Dios e Hijo único de María, al escoger a esta Virgen incomparable entre las demás criaturas por Madre nutricia y Señora, y al dárnosla, en su infinita bondad, por Reina, Madre y refugio en toda necesidad, ha querido que la honremos como Él la honra y que la amemos con el amor con que Él la ama. Y, pues, la ha exaltado y honrado sobre todos los hombres y sobre todos los Ángeles, quiere que también nosotros la rindamos mayor respeto y veneración que a los Ángeles y a los hombres. Y, pues, es nuestra cabeza y nosotros miembros suyos que debemos estar animados de su espíritu, seguir sus inclinaciones, caminar por sus sendas, y continuar su vida en la tierra cultivando las virtudes por Él practicadas, desea igualmente que nuestra devoción hacia su divina Madre sea una prolongación de la que Él le profesó, es decir, que procuremos en nosotros los sentimientos de honra, de sumisión Y amor que en este mundo observó para con Ella y que ha de observar por toda la eternidad en el Cielo. La Virgen ha ocupado y ocupará siempre el primer puesto en su Corazón siendo, como hasta ahora por toda la eternidad, el objeto primero de su amor, después del Padre Eterno. Y ansía, por tanto, que después de Dios, sea ella el principal objeto de nuestras devociones y el primero de nuestra veneración. Así es que, después de los servicios que a su Divina Majestad debemos, ninguno tan grato ni mejor podemos hacerle que servir y honrar a su dignísima Madre.


¡Oh Inmaculado Corazón de María, traspasado de dolor por las injurias con que los pecadores ultrajan vuestro Santísimo nombre y vuestras excelsas prerrogativas!, aquí tenéis, postrado a vuestros pies, un indigno hijo vuestro que, agobiado por el peso de sus propias culpas, viene arrepentido y lloroso, y con ánimo de resarcir las injurias que, a modo de penetrantes flechas, dirigen contra Vos hombres insolentes y malvados. Deseo reparar, con este acto de amor y rendimiento que hago delante de vuestro amantísimo Corazón, todas las blasfemias que se lanzan contra vuestro augusto Nombre, todos los agravios que se infieren a vuestras excelsas prerrogativas y todas las ingratitudes con que los hombres corresponden a vuestro maternal amor e inagotable misericordia.

Aceptad, ¡oh Corazón Inmaculado!, esta pequeña demostración de mi filial cariño y justo reconocimiento, junto con el firme propósito que hago de seros fiel en adelante, de salir por vuestra honra cuando la vea ultrajada y de propagar vuestro culto y vuestras glorias. Concededme, ¡oh Corazón amabilísimo!, que viva y crezca incesantemente en vuestro santo amor, hasta verlo consumado en la gloria. Amén.



Rezar tres Avemarías en honra del poder, sabiduría y misericordia
 del Inmaculado Corazón de María, menospreciado por los hombres.



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