sábado, 9 de enero de 2021

VIDA DE NAZARET

 


Otra característica de la casa de Nazaret, fue su humildad y oscuridad y así se llama a esta vida oculta de Jesús.

La soberbia con todos sus derivados: el orgullo, la vanidad, el amor propio, la afición desordenada, por la que buscamos tan fácilmente la alabanza y la gloria de los hombres; todo esto es innato en los hombres. Todos padecemos la misma enfermedad. ¿A quién no le agrada ser estimado y alabado? ¿A quién no le duele, sobre todo en algunos casos, el menos precio, la indiferencia, la frialdad con que es acogido por los demás? Recuerda casos prácticos de tu vida y verás cuántas veces has sentido esto, mucho más cuando tenías derecho a esperar otra cosa.

 

El ejemplo de Nazaret.- Mira al contrario en aquella casita qué lección te dan más provechosa en este punto. ¡Cómo allí se pisotea y se desprecia todo esto! Jesús se esconde y oculta en aquel pueblecito de Nazaret que no era conocido, ni siquiera una vez se le nombra en la Sagrada Escritura hasta este momento. Jerusalén era gran ciudad. Belén, la ciudad de David, pero Nazaret, nada, una aldea de cuatro casas miserable y desconocida de todos. Allí vivió María, allí vive ahora el Hijo de Dios.

Jesús, también se oculta y esconde por las condiciones de sus padres, que eran unos pobres, que no llamaban la atención de nadie, que eran como unos humildes aldeanos, que ni siquiera en Nazaret brillaron y ejercieron cargo alguno. En fin, también se oculta, por sus ocupaciones que eran las de una casa pobre, donde los niños ya tienen que hacer recados, ayudar a sus padres, etc. y después de mayor, no se dedicó a estudios o alguna otra ocupación elevada, sino a las labores de un artesano, de un carpintero que ni siquiera, con su oficio, hacía cosas preciosas de arte, sino vulgares, rudas y ordinarias.

Mira a Jesús, así ocultándose y escondiéndose; contempla a María con toda su hermosura y santidad, enterrada en aquel pueblecito, donde nadie la apreciaba nada más que como una buena vecina; mírala ocupada en las cosas más bajas y ordinarias; es la perla que se oculta en el fondo del mar. No parece sino que Dios, celoso de que se la robaran, así la escondía y guardaba.



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