sábado, 15 de agosto de 2020

15 DE AGOSTO, ASUNCIÓN DE NUESTRA MADRE MARÍA

La Virgen María ha sido elevada a la mansión celestial. Donde el Rey de los reyes está sentado en un trono adornado de estrellas

SERMÓN DE SAN JUAN DAMASCENO
2º Sobre la Dormición de la Stma. Virgen

El arca santa y animada del Dios viviente, que concibió en su seno a su Criador, descansa hoy en el templo del Señor no construido por manos de hombre. David, su antepasado, se siente transportado de alegría; y juntamente con él, cántanle himnos los Ángeles, celébranla los Arcángeles, glorifícanla las Virtudes, estremécense de júbilo los Principados, regocíjanse con ellos las Potestades, manifiestan su alegría las Dominaciones, festéjanla los Tronos y repiten sus alabanzas los Serafines. Hoy es recibido en la celestial Edén el paraíso animado del nuevo Adán, en el cual fue revocada nuestra condenación, plantado el árbol de la vida y cubierta nuestra desnudez.


No ha sido devuelta hoy a la tierra aquella Virgen Inmaculada, que vivió ajena a todas las afecciones terrenas y con el pensamiento puesto en el cielo: como cielo viviente, ha sido colocada en los eternos tabernáculos. ¿Podía, en efecto, experimentar las ignominias de la muerte la que había sido fuente de donde manó para todos los hombres la verdadera vida? Cierto es que estuvo sujeta a la ley dictada por aquel mismo a quien engendró, y que como hija del viejo Adán debió someterse al antiguo decreto, del cual no se libró si su mismo Hijo, que es la vida por esencia. Pero su cualidad de Madre del Dios viviente le mereció justamente verse elevada cerca de Él.

Aquella Eva que había consentido en las sugestiones dela serpiente fue condenada a los dolores del parto y al castigo de la muerte, y tuvo que permanecer sepultada en el seno de la tierra. Pero ¿cómo podía ser presa de la muerte esta nueva Eva, verdaderamente dichosa, que escuchó dócilmente la palabra divina, fue fecundada por obra del Espíritu Santo, concibió, a la casta salutación del Arcángel, fuera de toda ley humana, al Hijo de Dios, dióle a luz sin dolor, y se consagró, por último, a Dios por entero? ¿Cómo habría podido acabar sepultada en el seno de la tierra? ¿Podría ser pasto de la corrupción un cuerpo escogido por la misma vida para encarnarse? A esta nueva Eva, abrióle Dios un camino recto, llano y fácil para subir al cielo. Porque si Jesucristo, vida y verdad, ha dicho: “Allí donde yo estuviere, estará también mi servidor”, con mucho mayor motivo debe estar con Él su Madre.

Del Oficio de Maitines,
del “Breviario Romano”
(Gubianas-1940)



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