sábado, 2 de mayo de 2020

PRIMER SÁBADO DE MES Y MES DE MAYO, MES DE MARÍA


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MES DE MAYO, MES DE MARÍA



Mayo, el mes de la alegría.- ¿Por qué el mes de mayo se llama mes de María y le está especialmente dedicado? Entre otras razones, por ésta, a saber, porque dentro de todo el año eclesiástico, es el tiempo más sagrado, el más gozoso y el más enriquecido de fiestas solemnes, ¿quién escogería, por mes de María, el mes de febrero, el de marzo o el de abril, tiempo de Cuaresma y de penitencia? ¿Quién preferiría el de diciembre, tiempo de Adviento y tiempo de esperanza, a la verdad, porque la Navidad se acerca, pero también tiempo de ayuno? Las mismas Navidades no duran un mes, y aunque enero nos da la gozosa Epifanía, con su sucesión de dominicas, este tiempo, la mayor parte de los años, es rápidamente cortado por la precipitada llegada de Septuagésima.

En cambio, mayo pertenece a la época de la Pascua, que dura cincuenta días, y abarca, con frecuencia, este mes entero, o, a lo menos, toda su primera quincena. La gran solemnidad de la Ascensión siempre tiene lugar en mayo, salvo una o dos veces en el espacio de cuarenta años. Pentecostés, la fiesta del Espíritu Santo, cae comúnmente en mayo, y, varias veces, las fiestas de la Santísima Trinidad y del Santísimo Sacramento. Mayo es, por lo tanto, el tiempo en que resuenan frecuentes aleluyas, porque Cristo ha salido del sepulcro, porque Cristo ha subido a los cielos, y porque Dios Espíritu Santo ha descendido, para ocupar su lugar en la Iglesia.

He aquí, pues, una de las razones por las cuales el mes de mayo está dedicado a la Bienaventurada Virgen María. Ella es la primera de las criaturas, y, de todos los hijos de Dios, la más agradable, la más amada y la más cercana a Él. Es conveniente que este mes sea el suyo y que, durante el mismo, glorifiquemos a la providencia de Dios para con nosotros, por nuestra redención y por nuestra santificación en Dios Padre, en Dios Hijo y en Dios Espíritu Santo.

Pero María no es solamente la Sierva grata al Señor. Es también la Madre de su hijo y la Reina de todos los Santos, por lo cual la Iglesia, como para formarle un cortejo de honor, celebra en este mes las fiestas de algunos de los más grandes. En primer lugar, la fiesta de la Santa Cruz, (día 3), en la cual veneramos la Preciosa Sangre, en que quedó empapada la Cruz durante la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo. Tienen su fiesta, en este mes de mayo, el Arcángel San Miguel, (día 8, fiesta de la aparición en el Monte Gárgano) y tres Apóstoles: San Juan, el discípulo amado, San Felipe y Santiago; siete Papas, de los cuales dos, San Gregorio VII y San Pío V son particularmente ilustres; dos de los más grandes doctores: San Atanasio y San Gregorio de Nazianzo; dos  vírgenes especialmente favorecidas de Dios: Santa Catalina de Sena, (tal como se celebra su fiesta en Inglaterra) y Santa María Magdalena de Pazzi, y también una mujer celebérrima en los anales de la Iglesia, Santa Mónica, madre de San Agustín. Y sobre todo, y de un modo particular para nosotros, en este Oratorio, San Felipe Neri, que ocupa, con su novena y su octava, quince días enteros de los treinta y uno que tiene este mes. Son todos ellos frutos de selección de la gracia multiforme de Dios, que forman la corte de su gloriosa Reina.

John Henry, Cardenal, Newman 



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