Stella Caeli exstirpavit
quae lactavit
Dominum,
mortis pestem quam
plantavit
primus parens
hominum.
Ipsa Stella nunc
dignetur
sidera compescere,
quorum bella
plebem caedunt
dirae mortis
ulcere.
O gloriosa Stella
Maris
a peste succurre
nobis.
Audi nos, nam te
Filius Nihil
negans honorat.
Salva nos Jesu pro
quibus
Virgo mater te orat!
Ora pro nobis,
Sancta Dei Genitrix.
Ut digni efficiamur promissionibus Christi.
OREMUS
Deus misericordiae, Deus
pietatis, Deus indulgentiae, qui misertus es super afflictione Populi tui, et
dixisti Angelo percutienti Populum tuum: contine manum tuam ob amorem illius
Stellae gloriosae, cujus ubera pretiosa contra venenum nostrorum delictorum
quam dulciter suxisti: praesta auxilium gratiae tuae, ab omni peste, et
improvisa morte secure liberemur, et a totius perditionis incursu
misericorditer liberemur.
Per te Jesu Christi Rex
Gloria, Salvator Mundi: Qui vivis, et regnas in secula seculorum. Amen.
En Español
Estrella del
Cielo,
Tu que amamantaste
al Señor,
y extirpaste la
peste de la muerte,
que fue plantada
por el primer
padre de los hombres.
Estrella dígnate
ahora
apaciguar el
cielo,
que enojado contra
la tierra,
destruye pueblos
con la cruel peste de la muerte.
Oh Piadosísima
Estrella del mar,
libéranos de la
peste.
Escucha nuestras
oraciones, oh Señora,
ya que tu Hijo,
que no te niega nada, te honra.
Sálvanos Jesús,
por quienes ora tu
Virgen Madre.
Ruega por nosotros,
Santa Madre de Dios,
para que seamos
dignos de las promesas de Cristo.
OREMOS
Dios de misericordia, Dios de
piedad, Dios del perdón, que te movió con compasión por la aflicción de tu
pueblo, y le dijiste al Ángel que golpeó a tu pueblo: detén tu brazo por el
amor de esa gloriosa Estrella, de cuyo precioso cofre bebiste suavemente la
leche contra el veneno de nuestros pecados; ven en nuestra ayuda con su gracia
divina para que, a través de la intercesión de la Santísima Virgen María, Tu
Madre, nos liberemos de cualquier contagio pestífero y muerte súbita, y nos
salvemos de cualquier peligro de perdernos.
A Ti, Jesucristo, Rey de
gloria, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Los versos de esta oración durante una epidemia son de
una homilía sobre la Natividad de san Pedro Damasceno, Obispo de Damasco VIII º
siglo. Este texto fue ofrecido en una tarjeta por san Bartolomé que apareció en
las Clarisas de Coimbra en Portugal, mientras que la ciudad fue devastada por
la peste en 1317, para que lo recitaran: el convento se salvó.
Este monasterio fue re-fundado en 1314 por la reina
Isabel de Aragón (1271 † 1336), esposa de Denis I rey de Portugal, ella tomó el
velo y murió allí: es más conocida como Santa Isabel de Portugal.