"Hermosísima en su rostro, integérrima en su carne, y santísima en su alma. Si miras diligentemente, no hay preciosidad, ni candor, ni gloria, que no resplandezca en ella" |
Mis flores son frutos de honor y de riqueza (Eccli 24, 23).
Nuestra Señora fue llena de
gracia durante toda su vida. Por eso, usando una figura, se dice de Esther: Era hermosa en extremo y de increíble belleza;
y parecía a los ojos de todos graciosa y amable (Est 2, 15). Ésta es aquella
Rebeca, joven de muy buen parecer, y
virgen muy hermosa, a quien varón no ha conocido (Gen 24, 16). Se comprenden
así las palabras del Cantar de los Cantares: Toda eres hermosa, amiga mía (Cant 4, 7). Dice toda, porque fue tan
hermosísima en su alma y en su cuerpo, que nadie la podrá igualar jamás.
Por lo cual, sobre aquellas
palabras del Cantar de los Cantares, Toda
eres hermosa, dice San Bernardo: "Hermosísima
en su rostro, integérrima en su carne, y santísima en su alma. Si miras
diligentemente, no hay preciosidad, ni candor, ni gloria, que no resplandezca
en ella" Así, pues, a causa de esta plenitud de vida, tuvo la virtud
del imán, porque así como el imán atrae a sí al hierro, así también la Virgen
santa atrajo a sí de lo alto al Verbo de Dios. Por eso la Bienaventurada Virgen
María, adornada con la diadema real de las dobles virtudes del alma y del
cuerpo, resplandeciente de belleza, conocida en los cielos por su hermosura,
atrajo a sí las miradas de los ciudadanos del cielo hasta inclinar así el
corazón del Rey, y atraer a sí al mensajero celestial.
Por lo tanto, aun cuando no
podamos imitarla totalmente, debemos seguirla, en lo posible, en esa gracia de
vida santa, y trabajar con ella para adquirir la castidad de alma y cuerpo, la
firmeza de su paciencia en las adversidades, la longanimidad de su perseverancia
en el bien; porque, como dice San Bernardo: "Si
quieres alcanzar su ayuda en las adversidades de la vida, no dejes de seguir el
ejemplo de su vida".
La Bienaventurada Virgen María
ejercitó las obras de todas las virtudes; mientras que los demás santos, sólo
algunas especiales; pues uno fue humilde; otro, casto; otro, misericordioso;
por ese motivo son presentados como ejemplares de virtudes particulares, como
San Nicolás, ejemplo de misericordia, etc.; mas la Bienaventurada Virgen María
es presentada como ejemplar de todas las virtudes; pues en ella encuentras un ejemplo
de humildad: He aquí la esclava del Señor
(Lc 1, 38); Miró la bajeza de su esclava (Ibid., 48); de virginidad: porque no conozco varón (Ibid„ 34); y de todas
las virtudes, como es sobradamente conocido.
Santo Tomás de Aquino
MEDULLA S. THOMAE AQUITATIS PER OMNES ANNI LITURGICI
DIES DISTRIBUITA,
SEU MEDITATIONES EX OPERIBUS S. THOMAE DEPROMPTAE