jueves, 21 de noviembre de 2019

PRESENTACIÓN DE NUESTRA MADRE EN EL TEMPLO


Cuando María entra por primera vez en el Templo, sabe que es la Casa de Dios, no menos santa que el Cielo. No vuelve la cabeza ni la vista hacia ninguna parte; no mira a nadie, sus ojos permanecen modestamente bajados. Mantiene un profundo silencio, sin hablar con nadie más que con Dios.

Todo su espíritu, todo su corazón, toda su voluntad, todas las potencias y todos los afectos de su alma se dirigen a Dios para contemplarlo, adorarlo, alabarlo, amarlo, glorificarlo, para ofrecerse, darse, consagrarse y sacrificarse enteramente a su divina Majestad. Le dedica las adoraciones y alabanzas más santas, las cuales son más agradables que todas las que ha recibido en ese Templo, desde que fue construido hace cerca de mil años.

San Juan Eudes, “La infancia admirable
de la Santísima Madre de Dios”



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.