viernes, 8 de diciembre de 2017

CONSAGRACIÓN A MARÍA INMACULADA

A Ti, ¡Oh Madre!, ofrezco todas las dificultades de mi alma y mi cuerpo

¡Oh Inmaculada, Reina del Cielo y de la tierra!, refugio de los pecadores y Madre nuestra amorosísima, a quien Dios confió la economía de la misericordia.

Yo, pecador indigno, me postro ante Ti, suplicando que aceptes todo mi ser como cosa y posesión tuya.

A Ti, ¡Oh Madre!, ofrezco todas las dificultades de mi alma y mi cuerpo, toda la vida, muerte y eternidad.

Dispón también, si lo deseas, de todo mi ser, sin ninguna reserva, para cumplir lo que de Ti ha sido dicho: “Ella te aplastará la cabeza”, y también: “Tú has derrotado todas las herejías en el mundo”

Haz que en tus manos purísimas y misericordiosas me convierta en instrumento útil para introducir y aumentar tu gloria en tantas almas tibias e indiferentes, y de este modo, aumentar en cuanto sea posible el bienaventurado Reino del Sagrado Corazón de Jesús.

Donde Tú entras, ¡oh Inmaculada!, obtienes la gracia de la conversión y la santificación, ya que toda gracia que fluye del Corazón de Jesús para nosotros, nos llega a través de tus manos.

Ayúdame a alabarte, ¡oh Virgen Santa! y dame fuerza contra tus enemigos.


¡Oh María sin pecado concebida!,
Rogad por nosotros que recurrimos a Vos


San Maximiliano María Kolbe


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