lunes, 20 de marzo de 2017

ORACIÓN PARA EL AMOR Y LA ALABANZA DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA

¡Estrella luminosísima!, que brillas en el cielo; ¡Reina de la gloria, Señora del mundo!, ninguna virgen llena de celestial virtud puede parangonarse con tu Virginal Belleza

Te ruego, ¡Benignísima Madre de Dios!, Virgen María, que te dignes manifestarme ahora y por siempre a mí, tu pobre y débil servidor, tu misericordia y tu suavísima caridad, de las que estuviste siempre colmada, y Tú me inocules en lo más profundo del corazón la dulzura que atesoras en el pecho y guardas escondida en tu Sagrado Seno, para que yo pueda amar con pureza e integridad de sentimiento, y alabarte con gran devoción y por encima de todas las cosas a ti, Bendita Madre, y a tu Hijo unigénito y Señor nuestro Jesucristo. Con lo cual yo recibiría un gran beneficio, porque durante todos los días de mi vida en la tierra serviría con amor y fervor de espíritu a ti y a tu único Hijo.

¡Virgen María, rosa de oro, toda suave y bella!, ruego que lleguen a Ti mis oraciones, que elevo con insistencia. Por medio de ellas yo golpeo a la puerta de tu morada en la casa del Señor, confiado en tu generosa misericordia ahora y en cualquier momento de tribulación, porque eres Madre de la misericordia y a través de Ti el pecador alcanza la más grande esperanza de perdón. Pero tu bondad y tu piedad son mayores de la que nosotros podemos pensar en la tierra, puesto que estás más allá de toda alabanza y de la gloria de los santos, e incluso superas a los ángeles en dulzura y mansedumbre, ¡Virgen Bienaventurada y Venerable Señora! Si así no fuera, ¿cómo podría infundirse en los miserables y en los pecadores una dulzura tan intensa en el consuelo, y cómo podría comunicarse tanta esperanza de perdón? Por otra parte, Tú no podrías ser menos, ya que llevaste en tu seno durante nueve meses a Jesucristo, fuente de infinita bondad.

Tú eres la honra del cielo, el gozo y la dicha de todos los santos, la almohada revestida de oro del Santo de los santos, el alborozo y la expectación de los Padres antiguos. Por tu intermedio, ¡Madre bendita y Virgen elegida de singular manera!, a los que piden la misericordia divina se les promete y concede el perdón de los pecados, la gloria de los hijos de Dios y la bienaventuranza en el Reino de los cielos.

¡Estrella luminosísima!, que brillas en el cielo; ¡Reina de la gloria, Señora del mundo!, ninguna virgen llena de celestial virtud puede parangonarse con tu Virginal Belleza dado que, después de tu único Hijo Jesús, eres la primera entre todos los santos y santas, como asimismo la más noble criatura que Dios Padre previó antes de todos los siglos y creó en la plenitud de los tiempos, para que fueses la Madre Virgen de tu unigénito Hijo, dado a luz con estupendo gozo, inefable y eterno milagro, para la salvación de todos los creyentes.

Que todo el género humano te alabe, glorifique, venere en sumo grado y te ame íntimamente con máximo júbilo del corazón y con purísimo afecto, a Ti, la más bella Reina de todas las vírgenes, ¡oh siempre Virgen María!, constituida como medianera de todo el mundo y que toda criatura del cielo y de la tierra, que Dios creó para alabanza y gloria de su altísimo nombre, eleve hasta Ti, en acción de gracias, las más dulces melodías.

Del libro "Imitación de María"
del Beato Tomás de Kempis



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