martes, 15 de marzo de 2016

MARÍA Y LA PASIÓN

PRELUDIOS DE PASIÓN. LA DESPEDIDA

¡Cómo temblaría de emoción la mano de María al levantarla para bendecir a su Hijo si sabía que con ella le daba licencia para entregarse a los tormentos y a la muerte misma!

La bendición. Y entonces, Jesús pide humildemente de rodillas a su Madre su bendición para ir a padecer. Considera las circunstancias que hacen más penosa la despedida de dos corazones y verás que nunca ha habido semejante a esta. El amor y la unión de corazones era en Jesús y María algo tan extraordinario como no se puede pensar más, pues ¿cómo se arrancarían y despegarían el uno del otro en esta amargura despedida?

Por otra parte, la separación erra para ir a sufrir y a parecer. Y el colmo de su sacrificio fue no solo el aceptar resignada este dolor y quebranto, sino consentir en Él y admitirlo con alegría y satisfacción. Y por eso Jesús pide que muestre su beneplácito dándole su bendición. ¡Cómo temblaría de emoción la mano de María al levantarla para bendecir a su Hijo si sabía que con ella le daba licencia para entregarse a los tormentos y a la muerte misma!



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