martes, 15 de septiembre de 2015

MADRE DE LOS DOLORES


¡Oh mi tierna Madre! ¡Os veo sumergida en un mar de tristezas y de aflicciones, y nadie se compadece de Vos! Yo os compadezco, ¡Oh María, mi dulce Madre! Y os suplico me admitáis algún día en vuestra compañía.

¡Oh Reina de los Mártires! Yo os ruego que por vuestros Dolores y vuestros triunfos me deis vuestra maternal bendición: yo me pongo y coloco también bajo el manto de vuestra poderosa protección a todos mis parientes y amigos.

¡Oh María! Yo creo que sois la Madre de Dios y de los hombres; creo que sois nuestra vida, y os llamaré con San Agustín la única esperanza de los pobres pecadores. Creo que sois el respiro vivificante de los cristianos y su amparo, máxime en la hora de la muerte.

San Pablo de la Cruz




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