sábado, 11 de abril de 2015

SUB TUUM PRAESÍDIUM CONFÚGIMUS, SANCTA DEI GÉNITRIX

Beáta víscera Maríae Vírginis, quae portavérunt aetérni Patris Fílium.
El beáta úbera, quae lactavérunt Christum Dóminum.

Invioláta, íntegra et casta es, María:
Quae es effécta fúlgida caeli porta.
O Mater alma Christi caríssima!:
Súscipe pia laudum praecónia.
Te nunc flágitant, dévota corda et ora;
Nostra ut pura péctora sint et córpora.
Tua per precáta dulcísona;
Nobis concédas véniam per saecula.
O benígna!, o Regína!, o María!
Quae sola invioláta permansísti.

Sub tuum praesídium confúgimus, sancta Dei Génitrix: nostras deprecatiónes ne despícias in necessitátibus, seb a perículis cunctis líbera nos semper, Virgo gloriósa et benedícta.


 ¡Oh María!, eres siempre Virgen, sin mancha y pura,
Que has sido hecha resplandeciente puerta del cielo.
¡Oh excelsa y amada Madre de Cristo!
Recibe el piadoso homenaje de nuestras alabanzas.
Nuestros corazones y labios te suplican ahora,
Que nuestras almas y cuerpos sean puros.
Por tus melodiosos ruegos
Concédenos la gracia para siempre.
¡Oh benigna! ¡Oh Reina! ¡Oh María!
La única que ha permanecido sin mancha.

Bajo tu amparo nos ponemos, Santa Madre de Dios; no desprecies las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades; mas líbranos siempre de todo peligro, Virgen gloriosa y bendita.





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