lunes, 15 de septiembre de 2014

LOS DOLORES DE NUESTRA SEÑORA

¡Madre mía, María! Tú que has pasado por un dolor tan grande y un sufrimiento tan profundo, ayúnados a seguir tu ejemplo ante las dificultades de nuestra propia vida

¡Oh Virgen!, la más dolorosa del mundo después de tu Hijo, a cuyos dolores estuviste perpetuamente asociada: te ruego que me alcances fortaleza para sufrir por mis pecados, como tú sufriste por los nuestros, a fin de que, crucificando mis pasiones y concupiscencias en la Cruz de Cristo, llevando la cruz de mi deber por el camino de mi vida, caminando en pos de mi Señor y perseverando constantemente a tu lado, ¡oh Madre mía!, al pie de la Cruz de tu Hijo, viva siempre y muera contigo, redimido y santificado por la sangre preciosísima de nuestro Redentor.

¡Oh Virgen Dolorosa!, siendo tú árbol florido y fructuoso, fuiste tan afligida, y yo árbol seco e inútil, quiero vivir regalado y soy impaciente de toda molestia y adversidad. Te ruego me concedas espíritu de penitencia, humildad y mortificación cristiana para imitarte a Ti y a tu amado Hijo, crucificado por mí. Así sea



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