martes, 1 de abril de 2014

EL SANTO PADRE PÍO Y LA SANTÍSIMA VIRGEN

¡Qué la Virgen, Clemente y Piadosa, nos continúe obteniendo de la inefable Bondad del Señor fuerza para afrontar el final de las pruebas de amor que nos sobrevengan!

Santo Padre Pío

María sufrió atrozmente ante su Hijo Crucificado; sin embargo, no puedes decir que Ella se hallase abandonada. Más aún, jamás había amado tanto a su Hijo como entonces, que ni siquiera podía llorar. Apóyate, como la Virgen, en la Cruz de Cristo, y hallarás alivio en tus sufrimientos.

La Virgen de los Dolores nos consiga de Santo Hijo la gracia de hacernos penetrar cada vez más en el misterio de la Cruz y asociarnos con ella a los padecimientos de Jesús

María, la Madre de Jesús y Madre nuestra, nos haga entender todo cuanto encierra el secreto del dolor cristianamente soportado y nos alcance la fuerza necesaria para poder hasta la cumbre el Calvario, cargados con la propia cruz.

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