¡Cómo gozamos tus hijos, Madre Bendita, contemplándote la más hermosa Flor del Carmelo! No nos falte tu ayuda para que, como Tú, con los matices de las virtudes y los aromas del buen ejemplo, deleitando y alentando a nuestros hermanos, agrademos siempre a nuestro Padre, Dios.
Madre y Señora del Carmen, que nuestros pensamientos y los anhelos de nuestro corazón sean siempre como los tuyos cuando escuchabas y meditabas las palabras y los ejemplos de tu Divino Hijo.
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