sábado, 26 de febrero de 2022

PARA LA VISITA A NUESTRA MADRE MARÍA

 


Dice la Excelsa Reina: Conmigo están las riquezas y la gloria… para enriquecer a los que me aman (Prov., 8, 18 – 21). Amemos a María si queremos ser enriquecidos con gracias. El sabio Idiota la llamaba Tesorera de las gracias. ¡Bienaventurado el que con amor y confianza recurre a María! ¡Madre mía, esperanza mía! Vos me podéis hacer santo y lo espero de Vos.


¡Salve, oh María, llena de gracia! El Señor es contigo. ¡Salve, oh fuente de nuestra alegría!, por quien la sentencia de nuestra condenación fue revocada y cambiada en un juicio de bendición. ¡Salve, oh Templo de la Gloria de Dios!, mansión Sagrada del Rey de los Cielos. ¡Salve, oh Princesa de nuestra alegría! Vos sois verdaderamente bendita entre todas las mujeres, ya que sois la única escogida para ser la Madre de vuestro Creador. Todas las naciones os llamarán bienaventurada.

¡Oh María!, al poner en Vos una santa confianza, lo espero todo para mi salvación. Si os dignáis recibirme bajo vuestra protección, nada tengo que temer de los ataques de mis enemigos. Estar enteramente consagrado a Vos es tener armas seguras para combatir y vencer. Recibidme, pues, en el número de vuestros hijos, como yo os escojo para que seáis mi tierna Madre.

 

San Andrés de Creta



sábado, 19 de febrero de 2022

SOBRE EL INMACULADO CORAZÓN DE NUESTRA MADRE MARÍA

 

Considerad y honrad al Corazón sacratísimo de la Bienaventurada Virgen María como retra­to vivo e imagen perfecta del Corazón adorable del eterno Padre. Porque así como el divino Corazón del Padre do Jesús es el primer origen de la encarnación y del nacimiento de su Hijo en la tierra, así también el santísimo Corazón de la Madre de Jesús es el segundo principio. En efecto, como fue el amor de ese Padre de las misericordias el que lo llevó a enviar a su Hijo al mundo y a hacerlo nacer en la tierra para la salvación de los hombres, así también el amor purísimo v ardentísimo en que estaba abrasado para con Dios y para con nuestras almas, el Co­razón virginal de la Madre de gracia, fue el que atrajo al Hijo de Dios desde el seno de su Padre; el que lo hizo descender a las benditas entrañas de la Virgen y el que lo hizo nacer en este mun­do para realizar la obra de nuestra salvación.

Luego, como Jesús es el fruto primero del Co­razón adorable de su Padre, también lo es del Corazón amabilísimo de su Madre. Porque con el solo hecho, dice San Agustín, de concebirlo en su Corazón antes que en sus entrañas, se hizo digna de concebirlo en su seno; y lo concibió primero en su Corazón por la humildad, la pu­reza y el amor.

Esta Madre admirable formó y llevó a su Hijo Jesús más santamente, por más largo tiempo y más temprano en el Corazón que en las entra­ñas; pues la santidad de las entrañas benditas tiene su origen en la caridad del Corazón. Lo llevó en su seno sólo durante nueve meses, lo ha llevado y lo llevará eternamente en su Corazón; tanto es así, que el Salvador es más perfectamen­te en cierta manera el fruto de ese Corazón que de ese seno.

¡Oh prodigio admirable! Este Corazón sin par, es entre las meras criaturas, la obra más ex­celente de la Omnipotente bondad de Jesús, y por un milagro incomprensible, este mismo Je­sús es la Obra maestra del Corazón de María. Este Corazón, por su humildad y por su amor, saca a Jesús del seno adorable del Padre, en don­de nace eternamente, para hacerlo nacer en la plenitud de los tiempos en el seno virginal de su Madre.

Por consiguiente, como el Unigénito de Dios ha sido siempre y será eternamente el objeto único del amor y de las complacencias del Pa­dre, así el Unigénito de María ha sido siempre y será siempre, el centro de todos los afectos del Corazón maternal.

¡Oh Corazón admirable entre todos los co­razones! Sois el primero que atrajisteis al Verbo eterno del seno del Padre, al seno Virginal de la Madre, y también el primero que fuisteis digno de recibirlo, cuando salió del seno del Padre y vino a este mundo a obrar nuestra salvación.

¡Oh, cuánta obligación tenemos de honraros y alabaros! Alabanzas eternas os sean tributadas por todas las criaturas.


San Juan Eudes



sábado, 12 de febrero de 2022

ORACIONES DE LOS SANTOS A NUESTRA MADRE MARÍA

 

¡Oh María! ¡Mujer bendita entre todas las mujeres! ¡Vos sois el honor del género humano y la salvación de las naciones! ¡Vos sois la dispensadora de todas las gracias, el ornamento y la gloria de la Iglesia! ¡Vos sois el modelo de los justos, el consuelo de los Santos y el manantial de nuestra felicidad! He aquí, ¡oh Madre de bondad!, todo lo que sabemos decir en vuestra alabanza. Dignaos suplir a nuestra insuficiencia y bendecir nuestro trabajo. Inculcad vuestro amor en todos nuestros corazones, para que después de haber honrado y amado a vuestro divino Hijo sobre la tierra podamos alabarle y bendecirle con Vos en el cielo. Amén.

 

San Bernardino de Siena