martes, 28 de febrero de 2017

VIRTUDES DE NUESTRA MADRE, VIDA DE DETALLES

Hemos de ser fieles como la Virgen, Nuestra Señora a las divinas inspiraciones por las que Dios nos llama cada día a una entrega más esmerada y viva

La Beata María de la Pasión, Hélène Philippine Chappotin de Neuville, religiosa francesa fundadora de las Hermanas Franciscanas Misioneras de María, decía a sus hijas: “Con toda probabilidad, no seremos proclamadas bienaventuradas en los altares, pero si somos fieles, seremos proclamadas bienaventuradas en el cielo, y esto nos basta. Tratemos de merecer esta hora de delicias eterna.”

Ser fiel es lo que Dios espera de nosotros, porque la fidelidad es la virtud de la relación de amistad y amor entre dos personas. El Señor es fiel a nosotros, porque no puede negarse a sí mismo: su amor y predilección por nosotros no cambia porque nos ama eternamente. En nuestra respuesta a su amor, nosotros hemos de entregarnos en la fidelidad. Ver nuestra relación con Dios como una relación de amor esponsal puede ayudarnos mucho a crecer en la santidad.

Hemos de ser fieles como la Virgen, Nuestra Señora a las divinas inspiraciones por las que Dios nos llama cada día a una entrega más esmerada y viva. Hemos de ser fieles como la Virgen Santísima en las pequeñas cosas de cada día, en las obligaciones cotidianas…

La fidelidad en lo ordinario exige al mismo tiempo el detalle como expresión del amor actuante que hace que la misma cosa de cada día sea nueva…

Puede surgirnos la tentación de hacer todo, de cumplir con todas nuestras obligaciones… pero hacerlo sin ganas, sin entusiasmo, sin amor, ya que no nos queda más remedio… y no queremos quedar mal… Así, la vida cotidiana se hace una carga pesada y muy difícil que parece que nos ahoga. Además, lo más importante, perdemos la ocasión de que nos sirva para SER SANTOS. 

Nuestra vida normalmente marcada por la repetición de las mismas cosas cada día y de las mismas obligaciones, sin grandes cambios, debe ser innovada por el amor… Porque es el amor el que tiene la capacidad de hacer todas las cosas nuevas. Cualquier acción y cosa de cada día por lo insignificante que sea humanamente, si se hace con amor y por amor de Dios se convierte en una obra enorme de valor sobrenatural. Por nuestra unión al cuerpo místico de Cristo, esa acción insignificante llega a ser obra del mismo Redentor y nosotros corredentores con él.

El detalle es la marca del amor que hemos puesto en una obra. Pensemos en el arquitectura, escultura, pintura… en la música, la danza… en tantas cosas cotidianas y veamos como el detalle es lo que las engrandece, las que las hace meritoria de mención, lo que es elogiado. No se valoran los brochazos sobre un lienzo, sino la perfección y la cantidad de detalles que incluso a primera vista pueden pasar desapercibidos… No se valora un edificio como mole de piedras o cementos, sino sus acabados, sus detalles… 

En mi vida de cada día, en mi oración, en mis penitencias, en mi casa, con los míos, en el trabajo, en la relación con los demás… ¿soy detallista? o, ¿soy bruto? ¿me conformo con cumplir?

Hay un evangelio que ilustra muy bien esta vida de detalles: es el de la mujer pecadora que entra en casa de Simón el fariseo  y realiza una ritual lleno de detalles y de amor para reparar por sus pecados y mostrarle su contrición a Jesús. Nuestro Señor se da cuenta, y ante el juicio interior de Simón sobre aquella mujer, él le hacer ver los detalles con los que la mujer lo tratado y que él aun habiéndolo invitado a su casa no ha sido capaz de hacer: “He entrado en tu casa y no me has dado agua para los pies; ella, en cambio, me ha regado los pies con sus lágrimas y me los ha enjugado con sus cabellos. Tú no me diste el beso de paz; ella, en cambio, desde que entré, no ha dejado de besarme los pies. Tú no me ungiste la cabeza con ungüento; ella, en cambio, me ha ungido los pies con perfume. Por eso te digo: sus muchos pecados han quedado perdonados, porque ha amado mucho, pero al que poco se le perdona, ama poco».”(Cfr Lc 7, 36-50)

Pensemos en la vida de nuestra Señora, repasemos los Evangelios, dejemos que nuestra imaginación discurre santamente en el día a día de la Virgen, y veremos que lo que la hace grande, grandísima, es su vida de detalles, el poner amor en las cosas más pequeñas y cotidianas, aparentemente sin importancia e insignificantes.

Veamos la santa delicadeza en lo menudo de nuestra Señora y alejemos de nosotros el pensar que ser detallistas es ser pesado, empalagoso y zalamero… todo eso es indigesto… Veamos esa delicadeza de nuestra Señora siempre discreta  y pidamos que sepamos imitarla nosotros. Amén.



miércoles, 22 de febrero de 2017

UNA ERA HISTÓRICA NUEVA

Ella es la Virgen Prudentísima, en cuyo Inmaculado Corazón ardió continuamente la lámpara del amor Divino, sin ningún tipo de apego a las cosas terrenas
P. Zéphyr-Clément Jourdain

Realeza de Jesucristo y realeza de María Santísima no son cosas diferentes. La realeza de María no es sino un medio, o más bien el medio, para la realización de la realeza de Jesucristo.

El Corazón de Jesús reina y triunfa en el reinado y en el triunfo del Corazón de María. El reinado y el triunfo del Corazón de María no consiste sino en hacer que triunfe y reine el Corazón de Jesús. Y así estas dos grandes corrientes de devoción nacidas poco después del protestantismo caminan hacia un mismo término, hacia la preparación de un mismo hecho: la realeza de Jesús y de María, en una era histórica nueva.

Plinio Corrêa de Oliveira
Pío XII y la era de María. In “Revista
Catolicismo”, diciembre de 1954




sábado, 18 de febrero de 2017

¡OH MADRE DE FÁTIMA!

“Ten compasión del Corazón de tu Santísima Madre. Está cercado de las espinas que los hombres ingratos le clavan a cada momento, y no hay nadie quien haga un acto de reparación para sacárselas”

¡Oh Santísima Virgen María, Salud de los enfermos y consoladora de los afligidos!, que movida por el ruego de los Pastorcitos, obraste ya curaciones en vuestras apariciones en Fátima, y habéis convertido este lugar, santificado por vuestra presencia, en oficina de vuestras misericordias maternales en favor de todos los afligidos. A vuestro Corazón maternal acudimos llenos de filial confianza, mostrando las enfermedades de nuestras almas y las aflicciones y dolencias todas de nuestra vida. Echad sobre ellas una mirada de compasión y remediadlas con la ternura de vuestras manos, para que así podamos serviros y amaros con todo nuestro corazón y con todo nuestro ser.


jueves, 16 de febrero de 2017

EL AVE MARÍA

¡Virgen Santísima Inmaculada y Madre mía María!, a Vos, que sois la Madre de mi Señor, la Reina del mundo, la abogada, la esperanza, el refugio de los pecadores, acudo en este día yo, que soy el más miserable de todos. Os venero, ¡oh gran Reina!, y os doy las gracias por todos los favores que hasta ahora me habéis hecho, especialmente por haberme librado del infierno, que tantas veces he merecido

El Ave María bien dicha, esto es, con atención, devoción y modestia, es según los Santos, el enemigo del demonio, y el que le pone en huida, y el martillo que le aplasta; es la santificación del alma, el gozo de los Ángeles, la melodía de los predestinados, el cántico del Nuevo Testamento, el placer de María y la gloria de la Santísima Trinidad.

El Ave María es un rocío celestial que fecundiza al alma, es un ósculo casto y amoroso que se da a María, es una rosa encarnada que se le presenta, es una perla preciosa que se le ofrece, es una copa de ambrosía y de néctar Divino que se le da. Todas estas comparaciones están tomadas de los Santos Doctores.

San Luis Mª Grignion de Montfort


sábado, 11 de febrero de 2017

ORACIONES DE LOS SANTOS A NUESTRA MADRE MARÍA

“María es dichosa también porque escuchó la palabra de Dios y la cumplió; llevó en su seno el cuerpo de Cristo, pero más aún guardó en su mente la verdad de Cristo”

San Agustín de Hipona

Ampárame, Virgen María… Sé mi luz en las tinieblas que me rodean. Guíame en este camino en que ando solo, guiado solamente por mi deseo de amar entrañablemente a tu Hijo.

No me dejes, Madre mía. Ya sé que nada soy y que nada valgo. Miseria y pecados…, eso es lo único, y lo mejor, que puedo alegar para que tú atiendas mi oración.

Señora, vine a la Trapa, dejando a los hombres, y con los hombres me encuentro. Ayúdame a seguir los consejos de la Imitación de Cristo, que me dice no busque nada en las criaturas y me refugie en el Corazón de Cristo.

Nada quiero que no sea Dios…, fuera de Él todo es vanidad


Hermano San Rafael Arnáiz


11 DE FEBRERO, APARICIÓN DE LA INMACULADA VIRGEN MARÍA EN LOURDES

“Virgen Madre de Lourdes, que siempre fuiste fiel, danos tu confianza, danos tu fe”
Debemos comprender bien el significado de la fiesta de hoy. La liturgia se sirve con frecuencia de cualquier suceso histórico para representarnos y declararnos un misterio. En la fiesta de hoy vemos un desdoblamiento de la fiesta de la Inmaculada Concepción; viene a ser, además, el sello Divino de la definición de este Dogma que proclamó Pío IX.

Aparición de la Santísima Virgen. Los incontables prodigios que se han verificado por intercesión de María en la tierra bendita de Lourdes, Francia, han sido la causa de que haya instituido la Iglesia una fiesta especial de “la Aparición de la Bienaventurada Virgen María, Inmaculada”. En el Breviario se narran los hechos históricos en que se basa esta festividad.

Transcurridos cuatro años desde la proclamación del Dogma de la Inmaculada Concepción (1854), se apareció la Virgen diferentes veces en las orillas del río Gave, cerca de Lourdes, a cierta niña pobre y piadosa, llamada Bernardeta.

Misa. (Vidi civitatem). Los textos de la Misa, propios en su mayoría, aluden a la aparición milagrosa de María Santísima en Lourdes. La Inmaculada es la Ciudad Santa, que desciende como una prometida engalanada (Introito). La primera parte de la Oración es la misma que la del día de la fiesta (8 de diciembre). Dice así: “Guardemos Dios de todo mal en el cuerpo y en el alma, para que seamos una morada digna del Espíritu Santo”. En la Lección se compara a María con el Templo y con el Arca de la Alianza. El pasaje principal es el siguiente: “Y apareció en el cielo una gran señal: una mujer vestida de sol y en su cabeza, una corona de doce estrellas” (Epístola). “Levántate, amiga mía, hermosa mía, y ven, paloma mía en los huecos de la peña, en las cavidades del muro” (Gradual). Este verso se aplica, en este lugar, a la gruta de la aparición. El Ave que sin cesar resuena en Lourdes oímosle nosotros en el Evangelio y en la antífona del Ofertorio. La fuente milagrosa de la cueva que da la salud del cuerpo y del alma, también aparece en algunos textos que hablan de estos favores. Tanto en la Colecta como en la Secreta pedimos la gracia de que obre en nosotros el Santo Sacrificio la salud espiritual y corporal. La Comunión nos recuerda de nuevo la fuente prodigiosa, símbolo de la fuente de las gracias, la Sagrada Eucaristía. En la Poscomunión la peregrinación a Lourdes prefigura nuestra peregrinación a la Patria Celestial. Por eso, pedimos ayuda para llegar a ella.

Sancta Missa AQUÍ



ORACIÓN

Purísima Reina de los ángeles; Águila real que llegaste a contemplar tan inmediatamente al Sol de increada Justicia, Jesucristo Nuestro Señor; Aurora de la Eterna Luz, vestida siempre de los fulgores de la gracia; Centro del amor divino, donde halló su complacencia la Trinidad Beatísima; Ciudad Santa, donde no entró cosa manchada, y fundada sobre los más altos montes de la Santidad; Jerusalén Celestial, ideada en la misma gloria e iluminada con la claridad de Dios. Por estos títulos de tu Concepción Purísima, te suplico, ¡Reina mía!, que cómo Águila real me ampares bajo las alas de tu protección piadosa; como Aurora de la gracia esclarezcas e ilumines con tus fulgores mi alma; como Centro del amor enciendas mi voluntad para que arda en el divino; y que me admitas benigna como a tu fiel morador en la Jerusalén triunfante, de la que eres Reina excelsa. ¡Oye Señora mis ruegos!, y por el gran privilegio de tu Concepción en gracia, concédeme fortaleza para vencer mis pasiones, y con especialidad la que más me combate; pues con tu intercesión y con el auxilio de la gracia, propongo emprender la lucha hasta alcanzar la victoria. Por mi Señor Jesucristo que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

¡Virgen Santísima que de la dura peña hiciste brotar agua milagrosa, que sana las enfermedades del cuerpo y del alma! Arranca, poderosísima Señora, de nuestro endurecido corazón, lágrimas de verdadera penitencia, para que laven la lepra del alma, a fin de que el Señor nos perdone y levante de nosotros el azote de su indignación.


viernes, 10 de febrero de 2017

DICHOS DE LOS SANTOS EN ALABANZA DE LA VIRGEN

Dígnate alcanzarme de tu amable Hijo y Señor nuestro Jesucristo, gracias para resistir con vigor a las tentaciones del mundo, demonio y carne, y mantener el firme propósito de nunca más pecar, y de perseverar constante en tu servicio y en el de tu Hijo

Si Dios ha colmado de gracias a sus buenos servidores, ¿cuáles serán los dones concedidos a su Madre? ¿No serán incomparablemente superiores a los favores concedidos a los servidores? Esto es evidentemente. Si Pedro ha sido proclamado bienaventurado, ¿no llamaremos bienaventurada entre todos a la Virgen que ha dado a luz a aquel a quien Pedro ha confesado? San Pablo es llamado vaso de elección, porque ha llevado el nombre de Cristo por toda la tierra; ¿qué vaso es, pues, la Madre de Dios?... ¡Oh Virgen Santísima!, por más prerrogativas y por más gloria que mi piedad os atribuya, quedaré siempre muy inferior a la verdad.

¡Oh Virgen Santísima!; el que haya dicho de Vos todo lo que hay de venerable y de glorioso no ha pecado contra la verdad, sino que ha quedado muy por debajo de la realidad de vuestra dignidad.

San Basilio de Seleucia


miércoles, 8 de febrero de 2017

DIOS QUIERE ESTABLECER EN EL MUNDO LA DEVOCIÓN AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA

·         Dios quiere que reparemos el Corazón Inmaculado de María herido por los pecados de los hombres

La revelación del Inmaculado Corazón de María es el tema específico de las apariciones de la Virgen María a los tres pastorcitos en Fátima. Apariciones de las que este año estamos celebrando el centenario y que es necesario volver a leer y meditar, porque como dijo el Papa Benedicto XVI en su visita a Portugal en el año 2011: “Se equivoca quien piensa que la misión profética de Fátima está acabada.” Fátima sigue siendo un faro de luz en medio de nuestro mundo actual y su mensaje sigue teniendo validez para nosotros. Fátima sigue teniendo una palabra dirigida a la humanidad y a la Iglesia del siglo XXI.

De las palabras de la Virgen y del testimonio de aquellos tres niños, se desprenden cinco puntos que recordábamos el día anterior y que vamos a ir profundizando a los largo de los primeros sábados de este año.

·Dios quiere establecer en el mundo la devoción al Inmaculado Corazón para salvar a los pecadores.
·Dios quiere conceder la paz al mundo y las gracias a través de este mismo Corazón.
·Dios quiere que reparemos el Corazón Inmaculado de María herido por los pecados de los hombres.
·Dios quiere que el Corazón de su Madre sea un refugio para las almas que buscan agradarle y el camino fácil, corto y seguro para llegar a él.
·Dios quiere que Rusia y el mundo entero sean consagrados al Inmaculado Corazón de María.

En la aparición del 13 de julio de 1917, la Virgen muestra en visión a los tres niños el infierno; y les dice: “Habéis visto el infierno, donde van las almas de los pobres pecadores. Es para salvar a los pecadores que Dios quiere establecer en el mundo la Devoción a Mi Inmaculado Corazón.”

Dentro del saber humano, la historia es una disciplina que estudia y expone, de acuerdo con determinados principios y métodos, los acontecimientos y hechos que pertenecen al tiempo pasado y que constituyen el desarrollo de la humanidad desde sus orígenes hasta el momento presente. Así, el tiempo transcurrido se divide en conjuntos más pequeños  y hablamos de historia contemporánea;  de historia moderna;  de historia medieval; o si se dedica a un aspecto concreto de la vida de hombre, hablamos de historia del arte; de historia de la música, etc…

Pero nosotros, cristianos, hemos de ver el conjunto de todos los acontecimientos y hechos que ha ocurrido desde los ojos de Dios, y para Dios la historia no es un simple desarrollo de la vida de los hombres y de las sociedades. Él dio principio a la historia, creo los astros y marco la sucesión de los tiempos, y en ese mundo en funcionamiento puso al hombre y a la mujer… Esa misma historia tendrá un final: un final personal cuando a cada uno de nosotros nos llegue la muerte; y final general de la historia cuando Cristo vuelve glorioso y entregue a Dios su Padre todas las cosas sujetas ya bajo su dominio.

La historia de cada hombre concreto y las historia de la misma humanidad vista desde esta perspectiva es el momento, el tiempo, que Dios nos concede para usando de nuestra libertad –condición que nos hace semejantes a él- escojamos amarle, obedecer y servirle y ser sus amigos; o por el contrario, hacer caso a la voz de la serpiente maligna y hacer nuestra vida al margen de Dios rechazando su amor. 
Él quiere darnos por toda la eternidad su misma vida plena de felicidad, pero no quiere obligarnos. Su Omnipotencia se detiene ante la libertad de su criatura, y él que fue quien nos la concedió la respeta y se arriesga también a ser rechazado.

En nuestra libertad está en definitiva la salvación o por el contrario la condenación, el cielo o el infierno, la vida con Dios o el total alejamiento de Dios.

Para el hombre por sus solas fuerzas es imposible salvarse, necesita del auxilio divino, de la gracia. Por la caída de nuestros primeros padres, el hombre merece la condenación eterna. Pero Dios, rico en misericordia y dispuesto siempre al perdón, preparó en su providencia y sabiduría una historia de salvación y nos dio a un Salvador: a su Hijo, que por nosotros y nuestra salvación se encarnó por obra del Espíritu Santo en las entrañas Virginales de María y por nosotros murió en la cruz para librarnos del pecado y de muerte y saldar la deuda de nuestros pecados.

Jesucristo, Nuestro Señor, es el Salvador. El único Salvador y el único en él que los hombres pueden salvarse. El hombre no puede salvarse sino es en Jesucristo, acogiéndolo, escuchándolo, obedeciéndolo, siguiéndolo.

Escuchemos el Evangelio de san Juan 3, 16-21: Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él, no es juzgado; pero el que no cree, ya está juzgado, porque no ha creído en el Nombre del Hijo único de Dios. Y el juicio está en que vino la luz al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal aborrece la luz y no va a la luz, para que no sean censuradas sus obras. Pero el que obra la verdad, va a la luz, para que quede de manifiesto que sus obras están hechas según Dios.

Dios quiere salvar al mundo lo ha querido, lo quiere y lo querrá siempre, porque en Dios no hay cambio. Su designio salvador permanecerá hasta el final de la historia. Y en su deseo de salvar al hombre, a su criatura que la distinguió de todas las otras haciéndola a su imagen y semejanza, no se ahorró esfuerzo ni escatimó medios alguno. Aun hoy, es esa interpretación que se nos invita a hacer de las señales de los tiempos, hemos de ver la mano de Dios, su deseo de salvar al hombre… Dios nos vive acomodado en su lugar de descanso, sino que él vive preocupado por nuestra salvación. Y a lo largo de la historia de la Iglesia, Dios ha intervenido por medio de personas y a través de acontecimientos para que los hombres se acogiesen a Cristo, su Hijo, por medio del cual podemos ser salvados.

A luz de las palabras de la Virgen a los niños: “Dios quiere establecer en el mundo la Devoción a Mi Inmaculado Corazón para salvar a los pecadores”, hemos de ver el deseo de Dios en el momento actual de la historia de salvarnos y el medio que él nos ofrece: la devoción al Inmaculado Corazón de María.

Una devoción, que nos es una más de otras que existen, sino aquella que da sentido y  renueva todas las anteriores,
Una devoción, que no se centra en alguno de los misterios o aspectos de nuestra Señora, sino que va al centro de su persona, a su ser más íntimo, a su Corazón donde reside toda su vida.
Una devoción que no nos aleja de Dios o de Cristo, sino todo lo contrario, nos lleva más directamente a él, porque en el Corazón de María, en el centro de su vida encontramos a Jesús, nuestro Salvador.

Una devoción que nos muestra en una criatura como nosotros, de carne y hueso, lo que Dios quiere hacer transformándonos por el poder de su gracia, pues ella es la obra perfecta de Dios en la que la Iglesia ve acabada y realizada todas las promesas.  Y es la devoción al Inmaculado Corazón de María la más apropiada para nuestro tiempo porque es el corazón el lugar privilegiado del encuentro con Dios donde debe realizarse la única y verdadera transformación del hombre: la deificación por la presencia trinitaria de Dios.

La escena del Calvario en la que Jesús entrega a su discípulo a su madre, y su madre al discípulo, se repite en Fátima donde Dios envía a Nuestra Señora para entregarle y confiarle la salvación de sus hijos. Y a nosotros, nos entrega nuevamente a su Madre para que acogiéndola como nuestra ella nos transforme, nos purifique, nos engendre a la vida de la gracia, a la vida sobrenatural.


Dios quiere salvar a los pecadores. Pecadores que somos nosotros en primer lugar; pero pecadores que son todos aquellos que viven alejados de Dios, que viven aprisionados en sus malas pasiones y  deseos, que rechazan el amor de Dios y no quieren ser salvados… Dios quiere su bien y por lo tanto su salvación. Son sus criaturas, quiere tenerlos como hijos. Participemos de la preocupación de Dios y acudamos al Corazón Inmaculado de María, con nuestra oración, con nuestras penitencias, con nuestros sacrificios, con todo nuestro deseo y voluntad para que todos sean salvador… Ofrezcámonos a ella y junto con ella, Corredentora de los hombres, y unámonos a la consagración –entrega- ofrenda - sacrificio de Cristo al Padre: “Yo por ellos yo me santifico, para que ellos también sean santificados en la verdad.”

sábado, 4 de febrero de 2017

¡OH MADRE DE FÁTIMA!

Confiados en vuestra misericordia maternal y agradecidos a las bondades de vuestro Amantísimo Corazón, venimos a vuestras plantas para rendiros el tributo de nuestra veneración y amor

¡Oh Santísima Virgen María, Reina de la Iglesia!, que exhortaste a los pastorcitos de Fátima a rogar por el Papa, e infundiste en sus almas sencillas una gran veneración y amor hacia él, como Vicario de vuestro Hijo y su representante en la tierra. Infunde también a nosotros el espíritu de veneración y docilidad hacia la autoridad del Romano Pontífice, de adhesión inquebrantable a sus enseñanzas, y en él y con él un gran amor y respeto a todos los ministros de la Santa Iglesia, por medio de los cuales participamos la vida de la gracia en los sacramentos.





HOY ES PRIMER SÁBADO DE MES



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jueves, 2 de febrero de 2017

DÍA 2 DE FEBRERO, NUESTRA MADRE DE LA CANDELARIA

Virgen de la Candelaria,
Tú eres la primera portadora de la Luz, que es Cristo;
Tú eres nuestra Madre;
Tú nos reúnes junto a Cristo Salvador;
Tú eres nuestra esperanza, consuelo y gozo

Querida Virgen de la Candelaria, nos reunimos junto a Ti. Traemos nuestra devoción y nuestro cariño. Acéptalo, ¡Madre nuestra! Déjanos contemplar tus virtudes y enséñanos a imitarlas.

Que nos parezcamos a Ti cada día más, para agradar al Señor como Tú lo hiciste y vivamos así, en paz y alegría y lleguemos luego a compartir contigo la dicha eterna de la gloria.

¡Virgen Inmaculada de la Candelaria!, apiádate, Señora, porque de cuantos en Ti confían, Tú eres el puerto de salvación. ¡Oh María, nuestra esperanza!, nuestro amparo y nuestro auxilio.

¡Oh Virgen Santísima de la Candelaria!, más que todas las criaturas bienaventuradas te rogamos que hoy tu Alma esté con nosotros, líbranos, Señora, de todos los peligros, aléjanos de enemigos, enfermedades y todo mal, y danos tu ayuda para salir de esta difícil situación que nos acongoja el ánimo y nos hace sufrir, te suplicamos nos alcances de tu Hijo amado, bendición y remedio.

¡Oh, Virgen de la Candelaria!, te damos gracias. ¡Madre y Señora nuestra!, conscientes de nuestras debilidades acudimos a Ti, somos tus hijos y nos ponemos en tus manos, haz que con tu poderosa intercesión sea concedido lo que solicitamos, y no nos dejes sin tu amparo y maternal cuidado para que nos eduques y logres hacer de nosotros verdaderos hijos de Dios.


Amada Virgen de la Candelaria haz que también nosotros suspiremos por tener a Cristo en nuestro corazón y así Tú puedas entregarlo a Dios. Amén.



miércoles, 1 de febrero de 2017

MADRE DE DIOS

¡Madre Santa de Dios, que sienta yo los latidos de tu Corazón, que latió siempre al unísono con el Corazón Divino de Jesús!

Te doy gracias, Señor, desde lo más íntimo del corazón, porque te dignaste tomar por nosotros, indignos y miserables, nuestra naturaleza, y quisiste, al nacer de la Virgen, ser amamantado, ser adormecido en su seno, y estar sujeto a Ella, Tú que conservas y gobiernas todas las cosas, te has dignado iluminarme mostrándome que tienes una madre, y me has concedido, a mí, indignísima criatura, que pueda y me atreva a saludarla… ¡Oh Virgen María! ¡Con cuánta devoción debería mi corazón abrirse y darse todo a Ti! Mi boca debería henchirse de una admirable dulzura, cuando te saludo, ¡oh dulce y benigna Señora!, y cuando bendigo el Fruto de tu seno. ¿Cómo es posible, Madre mía, que, al saludarte, no me sienta inundado de tanto placer que me olvide por Ti y por tu Fruto de todas las cosas de este mundo? ¿Hay algo que puedas escuchar con más gusto que el saludo, que te reconoce Madre de Dios? Tú quieres que los hombres se gocen en Ti, de tal modo que su amor y su afecto termine siempre en Aquel, de quien eres Madre; porque Tú sólo deseas una cosa, ser saludada y conocida como Madre de Dios.

San Buenaventura