Y esa lágrima parece decir; ¡oh Madre mía! Decid qué deseáis; todo lo mío es también vuestro ¿Esta concedido; Jesús ha sido ganado! ¡Ha sido tocado en su punto flaco! Ahora pide; lo obtendrás todo, absolutamente todo lo que sea conforme a la gloria de Dios y no perjudique a tu salvación. ¿No es consoladora y confortante esa certeza de ser oído y esa seguridad de poder decir; yo puedo alcanzarlo todo de mi Divino Salvador y Él no me puede negar nada? Pruébalo, y experimentarás que no es ficción piadosa sino dulce realidad. En las penas, en las tentaciones, ve a Jesús con esta simple expresión: "Jesús, aquí tenéis a vuestra Madre!

miércoles, 16 de enero de 2019

UNO SÓLO



Como Hijo y Madre sólo son uno, al no tener más que un espíritu, un corazón y una voluntad, también tienen, en cierta manera, una sola predestinación. Porque no hallándose Jesús en los designios eternos de Dios sino como Hijo de María, y María no teniendo en ellos otro lugar sino como Madre de Jesús, se puede decir que no tienen más que una misma predestinación.

De ahí viene que la Iglesia y los Santos Doctores apliquen a la Madre del Salvador las mismas palabras que el Espíritu Santo ha empleado para expresarnos la elección y la predestinación eterna de su Hijo: “El Señor me tuvo consigo al principio de sus obras. Desde la eternidad tengo yo el principado de todas las cosas” (Pr. 8, 22-23)

San Juan Eudes



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