Y esa lágrima parece decir; ¡oh Madre mía! Decid qué deseáis; todo lo mío es también vuestro ¿Esta concedido; Jesús ha sido ganado! ¡Ha sido tocado en su punto flaco! Ahora pide; lo obtendrás todo, absolutamente todo lo que sea conforme a la gloria de Dios y no perjudique a tu salvación. ¿No es consoladora y confortante esa certeza de ser oído y esa seguridad de poder decir; yo puedo alcanzarlo todo de mi Divino Salvador y Él no me puede negar nada? Pruébalo, y experimentarás que no es ficción piadosa sino dulce realidad. En las penas, en las tentaciones, ve a Jesús con esta simple expresión: "Jesús, aquí tenéis a vuestra Madre!

domingo, 10 de junio de 2018

LOS FAVORES DE NUESTRA MADRE MARÍA

Elena, convertida por el Rosario

Me postro ante Ti, yo, pobre esclavo, me consagro por tu siervo para siempre y me ofrezco a servirte y honrarte cuanto pueda, toda la vida


Refiere el P. Bovio que había una prostituta llamada Elena; habiendo entrado en la Iglesia, oyó casualmente una predicación sobre el rosario; al salir se compró uno, pero lo llevaba escondido para que no se lo viesen. Comenzó a rezarlo y, aunque lo rezaba sin devoción, la Santísima Virgen le otorgó tales consolaciones y dulzuras al recitarlo, que ya no podía dejar de rezarlo. Con esto concibió tal horror a su mala vida, que no podía encontrar reposo, por lo cual se sintió impelida a buscar un confesor; y se confesó con tanta contrición, que éste quedó asombrado. Hecha la confesión, fue inmediatamente al altar de la Santísima Virgen para dar gracias a su abogada. Allí rezó el rosario; y la Madre de Dios le habló así: “Elena, basta de ofender a Dios y a mí; de hoy en adelante cambia de vida, que yo te prometo colmarte de gracias”. La pobre pecadora, toda confusa, le respondió: “Virgen Santísima, es cierto que hasta ahora he sido una malvada, pero tú, que todo lo puedes, ayúdame, a la vez que yo me consagro a Ti; y quiero emplear la vida que me queda en hacer penitencia de mis pecados”.

Con la ayuda de María, Elena distribuyó sus riquezas entre los pobres y se entregó a rigurosas penitencias. Se veía combatida de terribles tentaciones, pero ella no hacía otra cosa que encomendarse a la Madre de Dios, y así siempre quedaba victoriosa. Llegó a obtener gracias extraordinarias, revelaciones y profecías. Por fin, antes de su muerte, de cuya proximidad le avisó María Santísima, vino la misma Virgen con su Hijo a visitarla. Y al morir fue vista el alma de esta convertida volar al cielo en forma de bellísima paloma.

"Las Glorias de María"
San Alfonso María de Ligorio





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