Y esa lágrima parece decir; ¡oh Madre mía! Decid qué deseáis; todo lo mío es también vuestro ¿Esta concedido; Jesús ha sido ganado! ¡Ha sido tocado en su punto flaco! Ahora pide; lo obtendrás todo, absolutamente todo lo que sea conforme a la gloria de Dios y no perjudique a tu salvación. ¿No es consoladora y confortante esa certeza de ser oído y esa seguridad de poder decir; yo puedo alcanzarlo todo de mi Divino Salvador y Él no me puede negar nada? Pruébalo, y experimentarás que no es ficción piadosa sino dulce realidad. En las penas, en las tentaciones, ve a Jesús con esta simple expresión: "Jesús, aquí tenéis a vuestra Madre!

miércoles, 7 de marzo de 2018

LOS FAVORES DE NUESTRA MADRE MARÍA

Favor de María hacia el joven Eskil



Un noble joven llamado Eskil, fue mandado por su padre a estudiar a Hildeseim, ciudad de la Baja Sajonia; pero él se dio a una vida licenciosa y rota. Cayendo gravemente enfermo, a los pocos días estaba a las puertas de la muerte. Viéndose al cabo de la vida tuvo una visión: Se vio en un horno de fuego; creía estar en el infierno, pero impensadamente pudo salir de él y se encontró en un palacio; al entrar en un gran salón vio a la Santísima Virgen que le dijo: “¿Cómo has tenido valor para presentarte en mi presencia? Sal de aquí y vete al fuego del infierno que tienes bien merecido”. El joven imploró la misericordia de la Virgen, y vuelto a unas personas que se hallaban en el salón les rogó que unieran sus oraciones a las de él. Así lo hicieron, pero la Santísima Virgen les dijo: “¿Ignoráis la vida licenciosa que ha llevado sin haberse dignado siquiera rezar una Ave María?” Los abogados le dijeron: “Señora, ya cambiará de vida”. A lo que el joven añadió: “Prometo enmendarme de veras y seré tu fiel y leal servidor”. Mitigando entonces la Virgen su severidad, le contestó: “Está bien, acepto tu promesa, seme fiel, recibe mi bendición, para que te veas libre de morir en pecado y del infierno”. Dicho esto, desapareció la visión. Volviendo Eskil de su visión, refirió a los demás la gracia que de María había recibido. Desde entonces comenzó a llevar una vida santa, alimentando siempre en su corazón un grande y tierno amor a María. Más tarde fue nombrado arzobispo de Luna, en Dinamarca, donde convirtió a muchos infieles. Ya mayor, renunció a la mitra y se hizo monje de Claraval donde vivió cuatro años más, al cabo de los cuales murió con la muerte de los justos. Algunos autores lo cuentan entre los santos del Cister. 


"Las Glorias de María"
San Alfonso María de Ligorio



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