Y esa lágrima parece decir; ¡oh Madre mía! Decid qué deseáis; todo lo mío es también vuestro ¿Esta concedido; Jesús ha sido ganado! ¡Ha sido tocado en su punto flaco! Ahora pide; lo obtendrás todo, absolutamente todo lo que sea conforme a la gloria de Dios y no perjudique a tu salvación. ¿No es consoladora y confortante esa certeza de ser oído y esa seguridad de poder decir; yo puedo alcanzarlo todo de mi Divino Salvador y Él no me puede negar nada? Pruébalo, y experimentarás que no es ficción piadosa sino dulce realidad. En las penas, en las tentaciones, ve a Jesús con esta simple expresión: "Jesús, aquí tenéis a vuestra Madre!

miércoles, 12 de agosto de 2015

LA MADRE...


Sólo un hijo ha podido crear a su gusto a la madre de la cual nacería, perfercionarla constantemente a fin de amarla siempre más, sin limitación a la generosidad y a la alegría de su amor. Ese hijo es Jesús, el Verbo Encarnado, el Dios que depositó toda su complacencia en María, mucho antes de llamarla a la vida terrena. La mera previsión de la parte que Ella le correspondía en la Encarnación la unía íntimamente a Él. Y para resguardarse a sí mismo en su humanidad de la ofensa del pecado, la purificó anticipadamente de la mancha original y la revistió de una pureza inmaculada.

P Marie-Joseph Ollivier, OP




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