Y esa lágrima parece decir; ¡oh Madre mía! Decid qué deseáis; todo lo mío es también vuestro ¿Esta concedido; Jesús ha sido ganado! ¡Ha sido tocado en su punto flaco! Ahora pide; lo obtendrás todo, absolutamente todo lo que sea conforme a la gloria de Dios y no perjudique a tu salvación. ¿No es consoladora y confortante esa certeza de ser oído y esa seguridad de poder decir; yo puedo alcanzarlo todo de mi Divino Salvador y Él no me puede negar nada? Pruébalo, y experimentarás que no es ficción piadosa sino dulce realidad. En las penas, en las tentaciones, ve a Jesús con esta simple expresión: "Jesús, aquí tenéis a vuestra Madre!

sábado, 27 de julio de 2013

SOBERANA REINA DEL CARMEN... (Consagración)

Madre mía, madre de mi corazón y Reina de mi amor, os doy mi alma, mi vida, mi corazón, y quiero que os alaben las Virtudes y todas las criaturas, porque con vuestro Escapulario me habéis infundido la esperanza de que os veré en el cielo... ¡No me dejéis, Madre mía!
Soberana Virgen del Carmen, Madre común de todos los fieles, pero muy en especial de los que visten vuestro Santo Escapulario: alcanzadme a mi, que soy uno de vuestros privilegiados hijos, que viva castamente todos los días de mi peregrinación por este mundo, que muera bajo vuestro manto maternal, y, si Dios me destinase a expiar mis pecados en el Purgatorio, sacadme de allí cuanto antes con vuestra poderosa intercesión, cómo lo habéis prometido a todos aquellos que se adornan con el escudo e insignia de los predilectos hijos del Carmelo. ¡Oh dulcísima María! Defensa en los peligros, prenda de vuestro amor singular, y pacto de eterna alianza con vuestros hijos, llamasteis a vuestro Santo Escapulario. Que nunca, pues, se rompa este pacto por el pecado, ¡oh Madre mía querida!; y en prueba de mi fidelidad perpetua, yo me ofrezco todo a Vos, y consagro en este día mis ojos, mis oídos, mi lengua y todo mi ser; y pues soy todo vuestro, guardadme y defendedme como cosa y posesión vuestra. Amén. 

jueves, 25 de julio de 2013

ORACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN DEL CARMEN, POR LOS ENFERMOS

Madre mía del Carmen, bendita seáis; los tronos, los santos y los justos os llenen de alabanzas, porque con vuestro Escapulario me protegéis contra todos los peligros
¡Amantísima Madre mía, María Santísima del Carmen! ¿A quién sino a Vos, que sois la salud de los enfermos, el consuelo de los afligidos y el amparo de los desvalidos, he de acudir en esta extrema necesidad en que me hallo? Vos bien sabéis, Madre mía, que por la divina voluntad de Dios llevo padeciendo tanto tiempo con esta penosa enfermedad, sin que hasta ahora haya podido encontrar consuelo en los médicos de la tierra; antes, al contrario, mis sufrimientos van aumentando de día en día, mientras siento agotarse mis escasas fuerzas y me va faltando la necesaria paciencia para soportarlos.
Espero de vuestro bondadoso corazón ¡oh María! que os compadeceréis de mi, y que me otorgaréis la salud de que carezco, pues no en balde cubro mi pecho con vuestro Sagrado Escapulario, que es prenda de vuestra amorosa protección y universal medicina en las enfermedades del espíritu y del cuerpo. En retorno de esta gracia, que no me negaréis, yo os consagro mi alma con todas sus potencias, mi cuerpo con todos sus sentidos; en una palabra, todo mi ser, para que Vos dispongáis de mí como cosa que os pertenece. Si Dios Nuestro Señor, en sus altos juicios, no quisiere darme la salud que por vuestra mediación le imploro, porque tal vez convenga para su gloria y mi propia salvación el que yo sufra y padezca con esta enfermedad, entonces os pido, Madre mía, que me alcancéis de Su Divina Majestad la virtud de la paciencia, para que con ella pueda sobrellevar mis padecimientos con la resignación propia de un buen cristiano, y por medio de ellos purificarme por completo de todos mis pecados a fin de conseguir la gloria eterna. Amén.

martes, 23 de julio de 2013

¡¡¡BELLEZA Y ESPLENDOR DEL CARMEN!!!

Madre mía del Carmen, bendita seáis; los serafines, los santos y los justos os llenen de alabanzas, porque con vuestro Escapulario sois salud de mi alma
¡Oh Virgen Santísima Inmaculada, belleza y esplendor del Carmen! Vos, que miráis con ojos de particular bondad al que viste vuestro bendito Escapulario, miradme benignamente y cubridme con el manto de vuestra maternal protección. Fortaleced mi flaqueza con vuestro poder, iluminad las tinieblas de mi entendimiento con vuestra sabiduría, aumentad en mí la fe, la esperanza y la caridad. Adornad mi alma con tales gracias y virtudes que sea siempre amada de vuestro divino Hijo y de Vos. Asistidme en vida, consoladme cuando muera con vuestra amabilísima presencia, y presentadme a la augustísima Trinidad como hijo y siervo devoto vuestro, para alabaros eternamente y bendeciros en el Paraíso. Amén.

sábado, 20 de julio de 2013

MADRE DEL AMOR PURO... MADRE DEL CARMEN

Venid a mí los que deseáis y hartaos de mis frutos, porque pensar en mí es más dulce que la miel y poseerme, más que el panal de miel

(Virgen del Carmen de la Parroquia de Santa María la Mayor, Daimiel-Ciudad Real)
He dado, como la vid, graciosos retoños y mis flores han dado frutos de gloria y de riqueza. Yo soy la madre del amor puro, del temor, de la ciencia y de la santa esperanza. En mí se halla toda la gracia de la doctrina y de la verdad, toda la esperanza de la vida y de la virtud. Venid a mí los que deseáis y hartaos de mis frutos, porque pensar en mí es más dulce que la miel y poseerme, más que el panal de miel. Mi memoria vivirá de generación en generación. Los que me coman tendrán aún hambre, y quienes me beban tendrán aún sed. El que me escucha no sufrirá decepción y los que obran por mí, no pecarán. Los que me dan a conocer, tendrán la vida eterna.

(Eclesiástico XXIV; 23-31. Lectura de la Epístola en la Conmemoración de Nuestra Señora del Carmen)

jueves, 18 de julio de 2013

SOBRE EL SANTO ESCAPULARIO DEL CARMEN

¡Madre mía del Carmen, bendita seáis; los Serafines, los Santos y los Justos os llenen de alabanzas, porque me habéis dado vuestro Escapulario! 
(Virgen del Carmen, Jerez de la Frontera-Cádiz)
"Nadie ignora, ciertamente, de cuánta eficacia sea para avivar la Fe Católica y reformar las costumbres, el amor a la Santísima Virgen, Madre de Dios, ejercitado principalmente mediante aquellas manifestaciones de devoción, que contribuyen en modo particular a iluminar las mentes con celestial doctrina y a excitar las voluntades a la práctica de la vida cristiana. 
Entre éstas debe colocarse, ante todo, la devoción del Escapulario de los carmelitas."

 Venerable Papa Pío XII 

martes, 16 de julio de 2013

¡SEÑORA MIA Y MADRE MÍA DEL CARMEN!

¡oh honor del Carmelo, oh gloria del Líbano, lirio purísimo, rosa mística del florido jardín de la Iglesia!
¡Oh Virgen bendita, oh llena de gracia, oh Reina de los Santos, cuán dulce es para mí veneraros bajo este título de Nuestra Señora del Monte Carmelo! El me evoca los tiempos proféticos de Elías, cuando en el Carmelo fuisteis representada en aquella nubecilla que después, dilatándose, se abrió en una lluvia benéfica, símbolo de las gracias santificadoras que nos llegan de Vos. En los tiempos apostólicos fuisteis honrada bajo este misterioso título, y ahora me alegra el pensamiento de que nosotros nos unimos a aquellos primeros devotos vuestros, y con ellos os saludamos diciéndoos: ¡oh honor del Carmelo, oh gloria del Líbano, lirio purísimo, rosa mística del florido jardín de la Iglesia! Entretanto, ¡oh Virgen de las vírgenes!, acordaos de mí, miserable, y mostrad que sois mi Madre. Derramad sobre mí, siempre más viva, la luz de aquella fe que os hizo bienaventurada; inflamadme en aquel amor celestial, con que amasteis a vuestro Hijo Jesucristo. Estoy lleno de miserias espirituales y temporales. Muchos dolores de alma y cuerpo me oprimen por todas partes, y yo, como hijo, busco mi refugio a la sombra de vuestra maternal protección. Vos, ¡Madre de Dios!, que tanto podéis y tanto valéis, alcanzadme de Jesús Bendito los dones celestiales de la humildad, de la castidad y de la mansedumbre, que fueron las más bellas joyas de Vuestra Alma Inmaculada. Concededme que me mantenga fuerte en las tentaciones y en las amarguras que con frecuencia me afligen. Cuando termine, según la voluntad de Dios, la jornada de mi terrena peregrinación, haced que por lo méritos de Jesucristo y por vuestra intercesión, sea dada a mi alma la gloria del paraíso. Así sea

Indulgencia de quinientos días. Breve, 12 abril 1927 (S. Pen. Ap., 29 abril 1935)

A TI, VIRGEN MARÍA... VIRGEN DEL CARMEN...


sábado, 13 de julio de 2013

PRODIGIOS DEL SANTO ESCAPULARIO DEL CARMEN

Virgen del Carmen, Parroquia de San Juan de la Cruz, Zaragoza
 He aquí una historia fidedigna en la que figura el Santo Cura de Ars y una doncellita que fuera más tarde ferviente religiosa. Su antiguo y venerado cura es quien contó esta verídica relación, al que nos la dejara escrita. Antes de entrar en religión dicha doncella fuese a ver al Santo Cura de Ars, San Juan Mª. Vianney, para hacer con él confesión general. Este le preguntó al confesarla:

 “Usted debe acordarse bien, hija mía, de cierto baile al cual asistió hace poco tiempo. En ese baile encontró usted un joven desconocido de todos, pero de modales distinguidos, que fue casi el héroe de la fiesta."

“Sí, Padre mío, es cierto."

“Y usted hubiese querido que la invitase a bailar, y estaba usted llena de celos y de despecho al ver que prefería a las demás y que nunca se dirigía a usted para nada."

“En efecto, Padre; así era."

“¿Y no recuerda usted que al salir el galán creyó usted ver en la puerta y precisamente bajo sus pies dos llamitas azules, que desde luego tomó usted por una mera ilusión de sus ojos, engañados por la luz y la oscuridad?"

“Todo, todo es verdad, Padre mío."

“Pues bien, hija mía, ese joven era el demonio, el mismo Lucifer en persona. Aquellas con quienes bailara se hallan en estado de condenación. Y, ¿sabe usted por qué no fue invitada por él?… Pues fue precisamente por el Santo Escapulario del Carmen que usted llevaba puesto y que por devoción a María conservaba como una defensa contra sus asechanzas.”

miércoles, 10 de julio de 2013

EL SANTO ESCAPULARIO DEL CARMEN, ES ROCA FIRMÍSIMA

Mater et Decor Carmeli, ora pro nobis!
¡Oh Soberana y Celestial María! ¿Es por ventura vuestro Santo Escapulario roca? ¿Es acaso inexpugnable muro? Más que inexpugnable muro y muchísimo más que infrangible y firmísima roca lo contempla mi devoción, porque el muro a golpes repetidos se aplana, y la roca si no la derriba lo fuerte del golpe, al menos la resquebraja y la orada; mas vuestro bendito Escapulario resplandece con firmeza tan singular, que ni el golpe le mella por lo terrible, ni por repetir le vence, para que alabemos en él y por él vuestro excelso poder y os demos las más rendidas acciones de gracias. Amén

lunes, 8 de julio de 2013

PRODIGIOS DEL SANTO ESCAPULARIO DEL CARMEN

Virgen del Carmen, Iglesia de los Padres Franciscanos, Alcázar de San Juan (Ciudad Real)
LUIS XIII Y EL ESCAPULARIO

Era a principios del siglo XVII, cuando ocupaba el trono de Francia Luís XIII. A pesar del carácter bondadoso del Monarca y de las altas dotes de gobierno de su ministro el Cardenal Richelieu, las guerras civiles y las discordias religiosas, en las que tomaron parte activa los protestantes, tenían divididos los ánimos y en continua rebelión las más florecientes ciudades de la Francia. 

Una de ellas era Montpeller que, declarándose enemiga de la Autoridad real, hallaba dispuesta a defenderse hasta el último extremo. 

El rey Luís XIII, al frente de un numeroso ejército, se presentó muy luego ante los muros de la ciudad, para obligarla con la fuerza de sus armas a reconocer su autoridad soberana. 

Ninguna de las proposiciones de paz que el Monarca presentó a los sediciosos para que se rindieran fueron atendidas, por lo cual se hizo necesario tomar la plaza. Apenas la artillería sitiadora logró abrir brecha en las murallas de la ciudad, un puñado de valientes del ejército real se lanzó con temerario arrojo, intentando forzar la entrada, pero fueron recibidos a arcabuzazos por los sitiados. 

Uno sólo de aquellos héroes logró penetrar en la ciudad, a pesar de haber recibido un disparo de arcabuz en el pecho. 

A la vista de aquel valiente, que se defendía de innumerables enemigos con una serenidad y un valor admirables, el entusiasmo del ejército sitiador llegó al colmo, y precipitándose en la brecha logró penetrar en el interior de la ciudad.

La batalla en las calles se hizo encarnizada y sangrienta, hasta que, por fin, la victoria se inclinó a favor del ejército real, entrando Luís triunfante en Montpeller. 

Uno de los primeros actos del Monarca fue mandar que trajeran a su presencia a aquel heroico soldado que logró penetrar el primero en la plaza. A los pocos momentos el círculo de nobles que acompañaban al Rey se abrió para dar paso a un humilde soldado de gallarda presencia y simpático continente. 

-Eres un héroe y quiero recompensarte- dijo el Rey, poniéndole, familiarmente, su mano sobre el hombro.

-¡Señor!, agradezco el honor que V.M. me dispensa- contestó, resueltamente, el soldado-; pero no es mío todo el mérito. Si V.M. me ha visto penetrar el primero en la plaza y me contempla de pie, ileso, a pesar de haber recibido un balazo en el pecho, es porque ignoráis que cubre mi pecho una cota invulnerable. 

Esto diciendo, desabrochose su casaca y descubrió su pecho, en el que pendía el Santo Escapulario de la Virgen del Carmen. 

Los circunstantes quedaron asombrados contemplando la bala que debiera haberle destrozado el corazón, detenida y achatada como por respeto ante la santa imagen de la Virgen que estaba grabada en la superficie anterior del Escapulario. 

Testigo de aquella maravilla el mismo Rey, hizo desde entonces voto de vestir para siempre aquel bendito Escudo protector, aquella Santa Cota, y recomendarla a todos sus súbditos para que en adelante les preservara de todos los peligros. 

Pocos días después el pecho del Rey ostentaba públicamente el Escapulario y en el pendón nacional se veía grabada la imagen de la Virgen del Carmen.


Milagros y Prodigios del Santo Escapulario del Carmen,
 por el P. Fr. Juan Fernández Martín O.C.D.

sábado, 6 de julio de 2013

CONSAGRACIÓN A LA VIRGEN DEL CARMEN

¡Oh Madre Amabilísima, sostenme con tu amor indefectible!

(Virgen del Carmen, Iglesia de San Cayetano,  Córdoba, España)
“Oh, María, Reina y Madre del Carmelo, vengo hoy a consagrarme a Ti, pues toda mi vida es como un pequeño tributo por tantas gracias y bendiciones como he recibido de Dios a través de tus manos.

Y porque Tú miras con ojos de particular benevolencia a los que visten tu Escapulario, te ruego que sostengas con tu fortaleza mi fragilidad, ilumines con tu sabiduría las tinieblas de mi mente y aumentes en mí la fe, la esperanza y la caridad, para que cada día pueda rendirte el tributo de humilde homenaje.

El Santo Escapulario atraiga sobre mí tus miradas misericordiosas, sea para mí prenda de particular protección en la lucha de cada día, de modo que pueda seros fiel a tu Hijo y a Ti.

Que él me tenga apartado de todo pecado y constantemente me recuerde el deber de pensar en Ti y revestirme de tus virtudes.

De hoy en adelante me esforzaré por vivir en suave unión con tu espíritu, ofrecerlo todo a Jesús por tu medio y convertir mi vida en imagen de tu humildad, caridad, paciencia, mansedumbre y espíritu de oración.

Oh Madre Amabilísima, sostenme con tu amor indefectible, a fin de que a mí, pecador indigno, me sea concedido un día cambiar tu Escapulario por el Eterno vestido nupcial y habitar contigo y con los Santos del Carmelo en el Reino de tu Hijo. Así sea.”

Venerable Papa Pío XII

miércoles, 3 de julio de 2013

PRODIGIOS DEL SANTO ESCAPULARIO DEL CARMEN

¡Oh Madre Amabilísima!, de hoy en adelante me esforzaré por vivir en suave unión con tu espíritu

El P. Pablo de los Santos nos dice que en Praga había un caballero noble, llamado Juan Bautista Castelo, cuya esposa, Bárbara, era devotísima del Santo Escapulario, de lo cual se burlaba el
incrédulo esposo, tomándolo a guasa. Con gran paciencia, la devota señora, lo sufría y lo soportaba, pero un día le dijo:

"No tomes a guasa y burla las cosas de la Virgen Santísima, no sea que atraigas sobre ti la cólera y el enojo del Señor"

Y dicho esto, tan sólo unos pocos días después, le sobrevino a su marido una penosa enfermedad, que se fue agravando día tras día, hasta perder del todo la vista. Seis meses estuvo así, sin la menor esperanza de remedio, aunque llamó a los más célebres doctores de toda su patria.

Viéndose en tan lamentable estado, comenzó a cavilar en lo presto que perdió su salud luego que su esposa pronunciara aquella fatídica sentencia. Pero Dios nuestro Señor, que le quería con salud, pero arrepentido, comenzó a infundirle la luz en su alma, a fin de que, conociendo sus yerros pidiese perdón a Dios, poniendo por intercesora a nuestra dulce Madre María.

Estando embebido y ensimismado en semejantes ideas, se quedó transportado en un dulce sueño, logrando en él la mejor receta para su salud, pues con la viveza con que el sueño representa las cosas, vio a la Virgen Santísima con hábito del Carmen, diciéndole que se impusiera cuanto antes el Santo Escapulario, y con él, juntamente con la vista, recibiría perfecta salud en su alma.

Vuelto en sí, contó a su devota esposa lo que le había pasado. Y ella, llena de gozo y anhelando que recibiera el Escapulario, llamó inmediatamente a su confesor, el cual se lo impuso, escuchando a la par su confesión más humilde y fervorosa. Y al momento de recibir la Sagrada Comunión, recuperó de súbito la vista, manifestando el efecto milagroso que la receta, aunque soñada, tuvo un efecto rápido, eficaz y prodigioso.